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jueves, 28 de junio de 2012
Ser maestra, algo más que saber enseñar
Cuando nacemos todos y todas tenemos el derecho a estudiar y a prepararnos y formarnos para aprender a convivir con el resto de los miembros de la sociedad, Además también nos proporcionan una cultura y unos conocimientos para que podamos formar parte de la sociedad de una manera civilizada y sepamos relacionarnos con los demás miembros de nuestro entorno.
Por otro lado, y si somos ciudadanos de un pais desarrollado podemos entrar a partir de los tres años en una institución como es la escuela, en la que nos proporcionan una enseñanza reglada para conseguir una serie de objetivos y contenidos ya establecidos de ante mano.
La enseñanza primaria y parte de la enseñanza secundaria es obligatoria, por lo que los niños y niñas han de estar escolarizados obligatoriamente hasta los 16 años de edad. Es entonces, cuando el individuo puede decidir si seguir estudiando o no. Al igual que es en ese mismo momento cuando,si es que decide continuar estudiando, debe elegir qué rama estudiar, todo ello depediendo de los estudios posteriores que deseen hacer.Si no paramos un poco a pensar todas esas decisiones dependen, en gran medida, de nuestra experiencia vivida como alumno/a dentro de las aulas, de los profesores que hayamos tenido, de los compañeros con los cuales jugáramos de pequeños, etc.
Pues bien, hay muchas personas que dedicen ser maestras o maestros, bien porque han visto a sus profesores dar clases y les ha gustado; bien porque algunos de sus padres tenían esa misma profesión; o, por mil razones más.
Esta decisión parece en un principio una opción que no requiere nada para que resulte fructífera y positiva para la persona. Sin embargo, cuando llegamos a ejercitar la profesión de maestros y maestras, nos damos cuenta que no se requiere sólo estar preparado académicamente, sino que requiere unas cualidades y habilidades por parte de la persona que lo ejerce que en las primeras decisiones que nos habíamos planteado ni siquiera se nos ocurrió.
Ser maestro o profesor significa tener la capacidad de empatizar con los demás, al igual que se deben poseer unas habilidades sociales que te permitan desembolverte dentro de una pequeña sociedad como es la escuela, donde al igual que en una comunidad de vecinos, lo que importa son los intereses de cada uno (independientemente de lo que se quiera aparentar).
En otro aspecto, podríamos centrarnos en el papel de los padres, con los cuales debemos contar para que la educación de nuestros/as alumnos/as vaya coordinada hacia un mismo objetivo, pero que en la mayoría de las veces se "ha de basar" en la realidad en que nosotros/as los/as maestros/as enmascaremos la realidad de la vida diaria de sus hijos e hijas dentro del colegio.
Planteado todo esto, es preciso preguntarse "¿Elegimos nuestro futuro teniendo claro a que nos vamos a dedicar realmente? ¿Tenemos desarrolladas todas esas habilidades necesarias para hacer frente a nuestro trabajo?
Por otro lado, y si somos ciudadanos de un pais desarrollado podemos entrar a partir de los tres años en una institución como es la escuela, en la que nos proporcionan una enseñanza reglada para conseguir una serie de objetivos y contenidos ya establecidos de ante mano.

Esta decisión parece en un principio una opción que no requiere nada para que resulte fructífera y positiva para la persona. Sin embargo, cuando llegamos a ejercitar la profesión de maestros y maestras, nos damos cuenta que no se requiere sólo estar preparado académicamente, sino que requiere unas cualidades y habilidades por parte de la persona que lo ejerce que en las primeras decisiones que nos habíamos planteado ni siquiera se nos ocurrió.
Ser maestro o profesor significa tener la capacidad de empatizar con los demás, al igual que se deben poseer unas habilidades sociales que te permitan desembolverte dentro de una pequeña sociedad como es la escuela, donde al igual que en una comunidad de vecinos, lo que importa son los intereses de cada uno (independientemente de lo que se quiera aparentar).
En otro aspecto, podríamos centrarnos en el papel de los padres, con los cuales debemos contar para que la educación de nuestros/as alumnos/as vaya coordinada hacia un mismo objetivo, pero que en la mayoría de las veces se "ha de basar" en la realidad en que nosotros/as los/as maestros/as enmascaremos la realidad de la vida diaria de sus hijos e hijas dentro del colegio.
Planteado todo esto, es preciso preguntarse "¿Elegimos nuestro futuro teniendo claro a que nos vamos a dedicar realmente? ¿Tenemos desarrolladas todas esas habilidades necesarias para hacer frente a nuestro trabajo?
Cuento de Caperucita Roja en imágenes

miércoles, 27 de junio de 2012
Un mundo por descubrir
Una de las características que nos diferencia a los humanos de los demás animales es nuestra capacidad de comunicarnos y de expresar nuestros sentimientos y opiniones a través del lenguaje que elaboramos a través de las palabras; que a su vez éstas estan formadas por sonidos.
Esta habilidad que poseemos nos permite relacionarnos y socializarnos con los demás miembros de nuestra sociedad. Desde que nacemos, establecemos un vínculo socio - afectivo nuestros padres y madres, que en un principio únicamente tiene como fin poder cubrir nuestras necesidades básicas para sobrevivir. Este primer vínculo que asegura nuestra supervivencia y lo establecemos de forma innata; aunque posteriormente y gracias a que los adultos le van dando un significado a todos los reflejos y acciones que los bebés realizan, éstos van aprendiendo que todo lo que ellos hagan tienen o causa un efecto. Es así y mediante el paso del tiempo y la maduración de nuestro cerebro, como va aprendiendo el ser humano a introducirse en la sociedad, aprendiendo a relacionarse, interiorizando las normas de su cultura y adquiriendo las habilidades sociales necesarias para convivir.
Sin embargo, hay algunos niños y niñas que tienen alterada la capacidad de comunicarse, de expresar sus opiniones, necesidades y deseos. No pueden o no saben relacionarse con sus iguales como nosotros entendemos que es una relación entre niños y niñas de edades similares. Al igual que tampoco saben dirigirse ni ìnteraccionar con los adultos.
Si pensamos un poco y nos imaginamos que nos vamos a otro país, en el cual se habla otro idioma (el cual desconocemos), en el que existe otra cultura totalmente diferente a la nuestra, nos podemos hacer una escasa idea de cómo se pueden sentir los niños y niñas que son diagnósticados de autistas.
Ni siquiera los profesionales que trabajamos con estos niños y niñas podemos presumir de conocer todos los rescoldos y secretos que existen para desarrollar las habilidades y cualidades máximas de estos y estas alumnas en nuestros centros educativos. Una de las razones de ello, es que tenemos la creencia de que cualquier alumno/a con una determinada discapacidad se le tiene que proporcionar la misma educación que a cualquier otro/a con el mismo tipo de discapacidad. Pero nos olvidamos de que siguen siendo personas que tienen su personalidad y carácter; al igual que se ven influidos por el entorno y el ambiente que les rodea.
Esta habilidad que poseemos nos permite relacionarnos y socializarnos con los demás miembros de nuestra sociedad. Desde que nacemos, establecemos un vínculo socio - afectivo nuestros padres y madres, que en un principio únicamente tiene como fin poder cubrir nuestras necesidades básicas para sobrevivir. Este primer vínculo que asegura nuestra supervivencia y lo establecemos de forma innata; aunque posteriormente y gracias a que los adultos le van dando un significado a todos los reflejos y acciones que los bebés realizan, éstos van aprendiendo que todo lo que ellos hagan tienen o causa un efecto. Es así y mediante el paso del tiempo y la maduración de nuestro cerebro, como va aprendiendo el ser humano a introducirse en la sociedad, aprendiendo a relacionarse, interiorizando las normas de su cultura y adquiriendo las habilidades sociales necesarias para convivir.
Sin embargo, hay algunos niños y niñas que tienen alterada la capacidad de comunicarse, de expresar sus opiniones, necesidades y deseos. No pueden o no saben relacionarse con sus iguales como nosotros entendemos que es una relación entre niños y niñas de edades similares. Al igual que tampoco saben dirigirse ni ìnteraccionar con los adultos.
Si pensamos un poco y nos imaginamos que nos vamos a otro país, en el cual se habla otro idioma (el cual desconocemos), en el que existe otra cultura totalmente diferente a la nuestra, nos podemos hacer una escasa idea de cómo se pueden sentir los niños y niñas que son diagnósticados de autistas.
Ni siquiera los profesionales que trabajamos con estos niños y niñas podemos presumir de conocer todos los rescoldos y secretos que existen para desarrollar las habilidades y cualidades máximas de estos y estas alumnas en nuestros centros educativos. Una de las razones de ello, es que tenemos la creencia de que cualquier alumno/a con una determinada discapacidad se le tiene que proporcionar la misma educación que a cualquier otro/a con el mismo tipo de discapacidad. Pero nos olvidamos de que siguen siendo personas que tienen su personalidad y carácter; al igual que se ven influidos por el entorno y el ambiente que les rodea.

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